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Un vecino de Abarán mata a cuchilladas a su ex novia y a otra mujer que intentó defenderla
Un vecino de Abarán mata a cuchilladas a su ex novia y a otra mujer que intentó defenderla
Una ruptura sentimental parece encontrarse detrás del asesinato a cuchilladas ayer de dos mujeres en un viejo caserón de Abarán. El novio de una de ellas, Joaquín de 74 años, presunto asesino, no pudo digerir que su pareja le abandonase unos días antes y eligió la opción más detestable. Al tratar de acabar con la vida de su ex novia, una compañera de ésta trató de disuadirle y fue la primera en morir. Tras sesgar el aliento de las dos mujeres, trató de suicidarse cortándose el cuello.
Marta Lidia Fuentes Arias, una mujer hondureña de 41 años, había entrado a trabajar hacía unos meses en el cuidado de Antonio, un anciano de 84 años, vecino de Abarán, y dueño de esta antigua bodega. Ella asumía las labores más costosas que su compañera, Antonia Blas Tras, de 76 años y cuidadora veterana del anciano, no podía realizar debido a su edad. Antonia, natural también del municipio, había comenzado a necesitar ayuda para asistir al enfermo y ello provocó la contratación de la mujer suramericana, que fue recomendada por su pareja, Joaquín, un viudo de 74 años, vecino del cercano paraje de La Asomada. En los últimos días, Marta había decidido romper el noviazgo que mantenía con Joaquín.
Tras su ruptura, el agresor había tratado de que la mujer renunciase al empleo que él mismo le había proporcionado y que abandonase, del mismo modo, el pueblo. Ella, al parecer, se negó a ambas cosas. Una decisión que podría haber desencadenado este horrendo crimen.
Según fuentes cercanas al caso, Joaquín se adentró en la entrada de la vivienda donde ambas laboraban alrededor de las 18.45 horas de ayer. En su mano prendía un cuchillo de cocina, de hoja fina y larga. Pronto inició una tensa discusión con su ex pareja, Marta. El cariz que fue tomando la pelea llevó a Antonia a telefonear a un vecino cercano que, además, se encargaba de cuidar el terreno de la finca. «Ven que está muy agresivo», comentó la mujer, según el relato de una familiar de éste. Cuando este vecino llegó, las puertas de la vivienda se hallaban cerradas a cal y canto, «una cosa que no es normal». El silencio reinaba en el caserón.
Desconfiado, el hombre decidió volver a su casa y telefonear a la vivienda de Antonio. Éste descolgó el teléfono y asustado le pidió «auxilio, auxilio». El vecino alertó de inmediato a la Policía Local, que fue la encargada de tirar abajo la puerta. El escenario que se abría paso en la entrada de la vivienda era dantesco. En el suelo yacían los cadáveres de Antonia y Marta, cosidas a puñaladas. «Estaba todo el suelo y los cuerpos llenos de sangre», comentaban fuentes cercanas al caso. Cerca de ellos, Joaquín agonizaba con una profunda herida en el cuello.
Según fuentes ligadas a la investigación, la primera en morir podría haber sido Antonia, al tratar de evitar que Joaquín acabase con la vida de su compañera. Recibió múltiples cuchilladas en el cuerpo, al igual que Marta que fue asesinada poco después. Poco después, Joaquín utilizó el mismo cuchillo para tratar de degollarse a sí mismo. Ese intento, sin embargo, fue en vano. Tras el hallazgo de los cuerpo, una ambulancia lo trasladaba en estado crítico al hospital de Cieza. Al cierre de esta edición, se temía por su vida.
El único en salir ileso, aunque gravemente conmocionado, de este crimen fue Antonio que se encontraba acostado en una habitación contigua al lugar donde ocurrió el crimen. Pese a sus problemas de salud y su acentuada sordera, el dueño de la casa pudo percibir que algo no andaba bien en la vivienda y dar el aviso a su vecino que, finalmente, encontró los dos cadáveres de las mujeres.
La Guardia Civil se hace cargo, ahora, de la investigación del caso. Los cadáveres de ambas mujeres abandonaron el caserón a bordo de un furgón alrededor de las 21.15 horas. Éste los trasladó al Instituto de Medicina Legal de Murcia donde hoy se les practicará la autopsia. Joaquín no tenía antecedentes por maltrato ni orden de alejamiento previa.
http://www.abastodenoticias.com/noticias_curiosas.asp?pr=16
Marta Lidia Fuentes Arias, una mujer hondureña de 41 años, había entrado a trabajar hacía unos meses en el cuidado de Antonio, un anciano de 84 años, vecino de Abarán, y dueño de esta antigua bodega. Ella asumía las labores más costosas que su compañera, Antonia Blas Tras, de 76 años y cuidadora veterana del anciano, no podía realizar debido a su edad. Antonia, natural también del municipio, había comenzado a necesitar ayuda para asistir al enfermo y ello provocó la contratación de la mujer suramericana, que fue recomendada por su pareja, Joaquín, un viudo de 74 años, vecino del cercano paraje de La Asomada. En los últimos días, Marta había decidido romper el noviazgo que mantenía con Joaquín.
Tras su ruptura, el agresor había tratado de que la mujer renunciase al empleo que él mismo le había proporcionado y que abandonase, del mismo modo, el pueblo. Ella, al parecer, se negó a ambas cosas. Una decisión que podría haber desencadenado este horrendo crimen.
Según fuentes cercanas al caso, Joaquín se adentró en la entrada de la vivienda donde ambas laboraban alrededor de las 18.45 horas de ayer. En su mano prendía un cuchillo de cocina, de hoja fina y larga. Pronto inició una tensa discusión con su ex pareja, Marta. El cariz que fue tomando la pelea llevó a Antonia a telefonear a un vecino cercano que, además, se encargaba de cuidar el terreno de la finca. «Ven que está muy agresivo», comentó la mujer, según el relato de una familiar de éste. Cuando este vecino llegó, las puertas de la vivienda se hallaban cerradas a cal y canto, «una cosa que no es normal». El silencio reinaba en el caserón.
Desconfiado, el hombre decidió volver a su casa y telefonear a la vivienda de Antonio. Éste descolgó el teléfono y asustado le pidió «auxilio, auxilio». El vecino alertó de inmediato a la Policía Local, que fue la encargada de tirar abajo la puerta. El escenario que se abría paso en la entrada de la vivienda era dantesco. En el suelo yacían los cadáveres de Antonia y Marta, cosidas a puñaladas. «Estaba todo el suelo y los cuerpos llenos de sangre», comentaban fuentes cercanas al caso. Cerca de ellos, Joaquín agonizaba con una profunda herida en el cuello.
Según fuentes ligadas a la investigación, la primera en morir podría haber sido Antonia, al tratar de evitar que Joaquín acabase con la vida de su compañera. Recibió múltiples cuchilladas en el cuerpo, al igual que Marta que fue asesinada poco después. Poco después, Joaquín utilizó el mismo cuchillo para tratar de degollarse a sí mismo. Ese intento, sin embargo, fue en vano. Tras el hallazgo de los cuerpo, una ambulancia lo trasladaba en estado crítico al hospital de Cieza. Al cierre de esta edición, se temía por su vida.
El único en salir ileso, aunque gravemente conmocionado, de este crimen fue Antonio que se encontraba acostado en una habitación contigua al lugar donde ocurrió el crimen. Pese a sus problemas de salud y su acentuada sordera, el dueño de la casa pudo percibir que algo no andaba bien en la vivienda y dar el aviso a su vecino que, finalmente, encontró los dos cadáveres de las mujeres.
La Guardia Civil se hace cargo, ahora, de la investigación del caso. Los cadáveres de ambas mujeres abandonaron el caserón a bordo de un furgón alrededor de las 21.15 horas. Éste los trasladó al Instituto de Medicina Legal de Murcia donde hoy se les practicará la autopsia. Joaquín no tenía antecedentes por maltrato ni orden de alejamiento previa.
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