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Una chica que paseaba por Once se detuvo ante una irresistible y hermosa alfombra exhibida en una tienda de un conocido turco.
No estaban a su alcance los 3.500 dólares que esta delicada pieza importada costaba. Ante su impotencia por no poder adquirirla, el turco le propuso que si ella le aguantaba un polvo por atriqui sin que se le saliera ningún pedo, se podría llevar la alfombra gratis.
No le costó mucho convencerla. Pusieron la alfombra en el suelo de la tienda y.... no pasaron ni 10 segundos y PHFFFF
! Se escuchó un leve sonido.
- Lo siento chiquita - dijo el turco -, lo escuché al peditos, no pudiste lograrlo, pero buen intentos!
La chica se fue a su casa llorando ante tal situación. Su madre le preguntó el por qué de su tristeza, y después de abrazarla y consolarla, la chica le contó su drama.
Entonces la madre decidió tomar venganza y se fue en busca de la polémica alfombra. El turco hizo valer el mismo trato anterior y.... la mamá de esta chica duró incluso 5 segundos menos.
No pudo contener el sonoro pedo ante tamaño miembro del turco.
Al regresar a su casa nuevamente, con la pena de no haber sido capaz de ganarle la alfombra al turco, se abraza de su hija llorando amargamente y en eso sale del baño la abuelita, quien dice:
- ¡Ahhhh! Esto no puede quedar así, tengo mala vista pero buen oído, escucho todo lo que pasa y voy donde ese turco. Le mostraré quien soy.
Se fue la Abuela a enfrentar el desafío, y a los 20 minutos la ven volver con la alfombra al hombro.
- ¡¡¡Pero abueeeela!! - dijo la chica junto a la mamá admiradas de la proeza - ¿Cómo lograste ganarle la alfombra al turco sin que se te saliera ningún pedo?
- ¡¡¡¡¡¡¡¡Noooo!! - dice la abuela - ¡¡¡¡¡La apuesta la perdí, yo traigo la alfombra para lavarla, que la cagué toda!!
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