por groomitt Jue Nov 27, 2008 7:56 pm
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Tardé, pero debido a una presiones que tuve que soportar aquí está mi relato.
Una mañana de sol.
El despertar fue lento, agradable, primero una leve luz, apenas rozando los párpados, sin sobresaltos, seis menos cuarto de un octubre sol día por medio, pero hoy era una mañana de sol radiante, el radio reloj encendera la radio a las seis y media, lo de siempre, solo un día más.
Cerró nuevamente los ojos, pero ya estaba consciente, ¿acaso soñó? ¿las piernas descansadas, todo el cuerpo relajado, acomodandose a la orden de salir de la cama e intentando enfrentar a la rutina diaria. El baño, la hornalla de la cocina, la pava, lavar el mate y la bombilla, el maullido de Chilina reclamando el alimento de la mañana.
Abrió la ventana y el aire cálido, empujado por una suave brisa, dió en su cara, trayendo a la vez, el aroma de los ligustros en flor, mezclado con el que exhalaban algunos pimpòllos de rosas. No encontró la cucharita, llenó el mate directamente del paquete de yerba.Preparó la bandeja. Buscó unos bizcochitos de grasa. Tomó las llaves y abrió la puerta que da al jardín del fondo. Era una mañana hermosa, el sol empezaba a tomar fuerzas, pero ya calentaba lo suficiente, llevó la bandeja a la mesa, los pájaros se atrevian a bajar al suelo. Volvió por la pava y la gata regresó con ella, rozandole las piernas.
Pensaba en sus hijos y en sus nietos, ya estarían camino al colegio, el sábado vendrían sus nietos a quedarse con ella. Se encendió la radio en el dormitorio, y no alcanzaba a escucharla, pero no quiso ir a apagarla ni a subir el volumen, se sentía tan bien que no necesitaba alterar esa situación que ya habia previsto.
La gata ocupó la silla donde iba a sentarse, la tomó suavemente, y la puso sobre otra silla. Tuvo ganas de descalzarse y apoyar los pies sobre el pasto, que aún estaba húmedo, más allá seguían unos gorriones picoteando entre el pasto, además había dos torcazas.
Se sirvió el primer mate y acaricio el suave lomo blanquinegro de su gata, se le cruzó la imagen de cuando fue castrada y los cuidados que le deparó durante ese trance y como sintió el reconocimiento afectuoso de su gata. Suave y cariñosa le devolvía el afecto con breves maullidos y ronroneos. Segundo mate. Bizcochito. Algo parecido a la paz. Sonó el teléfono. Debe ser Beatriz , pensó. Ya dejó a los chicos. Se levantó y fue hacia la casa, cuando regresó se le ahogó un grito y un temblor recorrió su cuerpo, sobre la bandeja, junto al plato con los bizcochitos , aun tibio un gorrión despedazado y ensangrentado yacía como un trofeo, la gata suave , suavemente maullaba.