Un café, esa medida justa de todas las cosas,
brindarse al gusto de un verdadero amor relativo,
preliminar juego, al azar lo hacemos trizas,
es todo lo que somos, somos todo lo que es.
Sorbos, mirada más allá del ojo, al alma, silencioso eclipse de albas,
¿Cuál es tu verdad, cuál es mi verdad?
¿será una palabra, un silencio, otro silencio?
eterna unión del mirar llevada a lo más alto, nunca visto,
solitarios los dos, fotografía en una mesa, donde se llena el vacío del bar.
Tus manos, esa delicada forma del amor, tus manos blancas,
hacia un vuelo etéreo, hacia la cosmogonía del ser celestial,
la bondadosa verdad baldea los páramos de soledad,
la malaria mentirosa esforzada por cumplir su rol de soplona.
Tiro libre hacia alturas, alturas lejanas del corazón,
ni los ángeles ni querubes alcanzan llegar a la dirección,
cruzando los campos del centro, del bar ensoñado,
queriendo ser fiel, tomando café, el aroma de tu piel, me embebe
me postra, hace de mi cuerpo un esclavo ante tu sol,
y es mirarte y comprender, que aunque el sol se haga hielo,
mi amor por vos, el recuerdo permanente de tu boca,
el éxtasis que produce mirarte hacia tu alma,
ese conjuro de placer, que como un imán se junta a vos,
me niego, me resigno, peleo,
para que este amor de bar, este amor de cafeína,
de dedos entrelazados por que si,
piernas angurrientas y celos de mareas altas,
este amor de destellos fugaces de estrellas al cielo,
y de mar embravecido por todos los universos,
siga por siempre, por los siglos de los siglos,
aunque sea, en algún verso, en alguna poesía que evoque
al amor, solo al nuestro, un amor que solos nosotros conocemos.
brindarse al gusto de un verdadero amor relativo,
preliminar juego, al azar lo hacemos trizas,
es todo lo que somos, somos todo lo que es.
Sorbos, mirada más allá del ojo, al alma, silencioso eclipse de albas,
¿Cuál es tu verdad, cuál es mi verdad?
¿será una palabra, un silencio, otro silencio?
eterna unión del mirar llevada a lo más alto, nunca visto,
solitarios los dos, fotografía en una mesa, donde se llena el vacío del bar.
Tus manos, esa delicada forma del amor, tus manos blancas,
hacia un vuelo etéreo, hacia la cosmogonía del ser celestial,
la bondadosa verdad baldea los páramos de soledad,
la malaria mentirosa esforzada por cumplir su rol de soplona.
Tiro libre hacia alturas, alturas lejanas del corazón,
ni los ángeles ni querubes alcanzan llegar a la dirección,
cruzando los campos del centro, del bar ensoñado,
queriendo ser fiel, tomando café, el aroma de tu piel, me embebe
me postra, hace de mi cuerpo un esclavo ante tu sol,
y es mirarte y comprender, que aunque el sol se haga hielo,
mi amor por vos, el recuerdo permanente de tu boca,
el éxtasis que produce mirarte hacia tu alma,
ese conjuro de placer, que como un imán se junta a vos,
me niego, me resigno, peleo,
para que este amor de bar, este amor de cafeína,
de dedos entrelazados por que si,
piernas angurrientas y celos de mareas altas,
este amor de destellos fugaces de estrellas al cielo,
y de mar embravecido por todos los universos,
siga por siempre, por los siglos de los siglos,
aunque sea, en algún verso, en alguna poesía que evoque
al amor, solo al nuestro, un amor que solos nosotros conocemos.