Ya afila introito verso ciego frente a un mar,
en sueños de otros que me sueñan, propio sueño,
cercanía de hojas marchitando que pegan nuevos gritos silenciosos,
tristeza de amores que canta un cisne blanco y enmudece solitario en calmo lago
así se alza, un alba, como si fuese sepultada la luna junto al corazón, eterno despertar
soñando que has venido en esta noche oscura, entre palabras verdaderas,
entre el ladeo del vuelo que juntos emprendemos, sin miedo, con ganas de ser.
Adoras luciérnaga, a poetas de este mundo ruin, de este hermoso mundo,
que enrosca el cuello entre sierpes frías y muy largas, se desvelan
devorándose entre las sábanas la consciencia vapuleada
muerte esperanzadora da un salto a los rieles del tren
que ya pasó, y no volverá, sueños proféticos.
Recuerdo cruces de flores deshojadas, como almas que vuelan sin destino,
el lecho de la noche bebiéndose el miasma ardiente del sol,
la epifanía del final consagrando odios de Dios,
Y no teme el impulso a la vidente fuerza de los cantos del dolor,
No teme que esencialidades se revelen a la luz de los ojos
No teme, por que muere, en los pasillos de ciudad oculta,
Acelera al filo la inconsciencia en cortes de venas de seda,
No teme la adición de cera, combustión y falsedad, espiritual indigesta,
baños en la sarta y mentiras de ruidos de cuerpos fétidos,
crepúsculo, ardes en tiempo febriles de un cielo sucio,
que cortaba las vías del aire que respiraba,
este presente ido en adiós,
mientras Júpiter, moradora de hombres y palabras sucias,
se devoraba este cuerpo muerto de amor,
embadurna de barro mi fidelidad sin sentido, sin colores claros,
recuerdo decirme la verdad hecha trizas, degollando la mirada
mis ojos te nombran y yo te beso, mi boca te nombra y él te besa.
Miro el mismo mes, la misma hora, el otro hoy,
Resignado abrigo el fastidio y la desazón,
Pulverizo mi líbido y salen polvos y sollozos,
y la cerrazón abriéndole camino al claroscuro alunar,
la fuerza del amor, el triste y eterno volver sin haber ido,
la devota parca que pisa los talones
y da golpecitos en el lado del alma,
donde se muere el cisne.
en sueños de otros que me sueñan, propio sueño,
cercanía de hojas marchitando que pegan nuevos gritos silenciosos,
tristeza de amores que canta un cisne blanco y enmudece solitario en calmo lago
así se alza, un alba, como si fuese sepultada la luna junto al corazón, eterno despertar
soñando que has venido en esta noche oscura, entre palabras verdaderas,
entre el ladeo del vuelo que juntos emprendemos, sin miedo, con ganas de ser.
Adoras luciérnaga, a poetas de este mundo ruin, de este hermoso mundo,
que enrosca el cuello entre sierpes frías y muy largas, se desvelan
devorándose entre las sábanas la consciencia vapuleada
muerte esperanzadora da un salto a los rieles del tren
que ya pasó, y no volverá, sueños proféticos.
Recuerdo cruces de flores deshojadas, como almas que vuelan sin destino,
el lecho de la noche bebiéndose el miasma ardiente del sol,
la epifanía del final consagrando odios de Dios,
Y no teme el impulso a la vidente fuerza de los cantos del dolor,
No teme que esencialidades se revelen a la luz de los ojos
No teme, por que muere, en los pasillos de ciudad oculta,
Acelera al filo la inconsciencia en cortes de venas de seda,
No teme la adición de cera, combustión y falsedad, espiritual indigesta,
baños en la sarta y mentiras de ruidos de cuerpos fétidos,
crepúsculo, ardes en tiempo febriles de un cielo sucio,
que cortaba las vías del aire que respiraba,
este presente ido en adiós,
mientras Júpiter, moradora de hombres y palabras sucias,
se devoraba este cuerpo muerto de amor,
embadurna de barro mi fidelidad sin sentido, sin colores claros,
recuerdo decirme la verdad hecha trizas, degollando la mirada
mis ojos te nombran y yo te beso, mi boca te nombra y él te besa.
Miro el mismo mes, la misma hora, el otro hoy,
Resignado abrigo el fastidio y la desazón,
Pulverizo mi líbido y salen polvos y sollozos,
y la cerrazón abriéndole camino al claroscuro alunar,
la fuerza del amor, el triste y eterno volver sin haber ido,
la devota parca que pisa los talones
y da golpecitos en el lado del alma,
donde se muere el cisne.