Venas secan una razón fiel, olvidando hematíos y su vida
un ángel traidor se persigna y vuela, rompe la tierra, segrega solo
al interior del ardor, gotas del desamor, cuerpo urge azules,
será, una osadía humectar la sangre, ya se muere, ya murió
en la confusión artificial, sin acertar salidas, el poeta sin aire dentro,
cae al abismo, se desarma y sangra sin sangrar,
muere sin morir, cesa su vida.
Flota en mar muerto, la vida se escurre y no piensa
esa cuestión de navegar en cielos salinos, perder batallas, gangrena del corazón,
vela al viento hacia alta esfera, consciencia muerta en sal,
poca luna queda, honda raíz del destino, llagas sin estrellas
persiguiendo lo último del día, el cerrar ojos y dormirse en llanto
separa lento el cuerpo del alma,
profecía universal, muerte de la insuficiencia que no llega a completarse.
Brillan mis ojos fugitivos de miradas internas, desdobles, mas allá de acá,
persiguiendo el pensamiento, vaina dura y afilada, que corta la moral,
alcanza a sentir el pánico el lamido áspero,
ese tiempo, lleno de misterio y cristales quebrados.
Y todo es opuesto, reflejos espejados sin delantera,
bruñido el amor que parece ciego, poseído, esa vehemencia pasional,
asesina la vida de los huesos, que brillan inertes el resplandor,
espejos del lado de adentro, la muerte al fin, la muerte cesando el fulgor,
el amor no es bello ni bondadoso, es crueldad que asesina,
es furtivo de cariños en tu seno, vasto mi cariño araña el tino del ayer,
ese diablo que finge ser dios de la tierra y su cielo,
mensajero de obras cumbres, de cantos y ofrendas,
es agite de pañuelos, que lloran la barca de Caronte.
El hijo huérfano del amor, trata de armonizar con lo real,
todo esto fue un delirio, dice el poeta, que se agranda
y olvida su rumbo, se deja llevar, expresión contraria a lo que cree,
desfallece en su carencia de no ser...
en ese abismo, solo recordando las fotos del sol aquel,
donde estuvieron, sin haber estado, estando sin estar,
ya cae, se levanta y contempla su estadística, suma y resta
y va cerquita del infinito, ese rojo cada vez más lejano, aún el infinito,
es ese amor, la conexión entre los personajes del idioma sígnico,
los opuestos contrastes, dulces de lo virtual y las distancias, que se creen
en busca de lograr la cohesión suficiente, que los cables son de piel,
para dejar de lado la soledad, vasta teclear un cuadrado.
Contesta cuando te llame, o muere tu boca amordazada,
luna desvaída y frágil, no prometas que los sueños se encantan
pálido rubor de tus ojos que aún no sé si en verdad son,,
blanca muerte, me esperas detrás de bambalinas.
El poeta muere actuando, su parlamento del fin.
Más allá los dioses, Febo
Pan y sus adoradores carnales, fingen idolatría,
la razón, ese cuestionar, de carne sapiencial, aborto del sentir,
todo gira en torno del amor, relucir las escamas de pescado frito,
carrusel de estrellas de siempre, sobre corceles de televisor,
no se quien es ese poeta que ladra en los oídos.
un ángel traidor se persigna y vuela, rompe la tierra, segrega solo
al interior del ardor, gotas del desamor, cuerpo urge azules,
será, una osadía humectar la sangre, ya se muere, ya murió
en la confusión artificial, sin acertar salidas, el poeta sin aire dentro,
cae al abismo, se desarma y sangra sin sangrar,
muere sin morir, cesa su vida.
Flota en mar muerto, la vida se escurre y no piensa
esa cuestión de navegar en cielos salinos, perder batallas, gangrena del corazón,
vela al viento hacia alta esfera, consciencia muerta en sal,
poca luna queda, honda raíz del destino, llagas sin estrellas
persiguiendo lo último del día, el cerrar ojos y dormirse en llanto
separa lento el cuerpo del alma,
profecía universal, muerte de la insuficiencia que no llega a completarse.
Brillan mis ojos fugitivos de miradas internas, desdobles, mas allá de acá,
persiguiendo el pensamiento, vaina dura y afilada, que corta la moral,
alcanza a sentir el pánico el lamido áspero,
ese tiempo, lleno de misterio y cristales quebrados.
Y todo es opuesto, reflejos espejados sin delantera,
bruñido el amor que parece ciego, poseído, esa vehemencia pasional,
asesina la vida de los huesos, que brillan inertes el resplandor,
espejos del lado de adentro, la muerte al fin, la muerte cesando el fulgor,
el amor no es bello ni bondadoso, es crueldad que asesina,
es furtivo de cariños en tu seno, vasto mi cariño araña el tino del ayer,
ese diablo que finge ser dios de la tierra y su cielo,
mensajero de obras cumbres, de cantos y ofrendas,
es agite de pañuelos, que lloran la barca de Caronte.
El hijo huérfano del amor, trata de armonizar con lo real,
todo esto fue un delirio, dice el poeta, que se agranda
y olvida su rumbo, se deja llevar, expresión contraria a lo que cree,
desfallece en su carencia de no ser...
en ese abismo, solo recordando las fotos del sol aquel,
donde estuvieron, sin haber estado, estando sin estar,
ya cae, se levanta y contempla su estadística, suma y resta
y va cerquita del infinito, ese rojo cada vez más lejano, aún el infinito,
es ese amor, la conexión entre los personajes del idioma sígnico,
los opuestos contrastes, dulces de lo virtual y las distancias, que se creen
en busca de lograr la cohesión suficiente, que los cables son de piel,
para dejar de lado la soledad, vasta teclear un cuadrado.
Contesta cuando te llame, o muere tu boca amordazada,
luna desvaída y frágil, no prometas que los sueños se encantan
pálido rubor de tus ojos que aún no sé si en verdad son,,
blanca muerte, me esperas detrás de bambalinas.
El poeta muere actuando, su parlamento del fin.
Más allá los dioses, Febo
Pan y sus adoradores carnales, fingen idolatría,
la razón, ese cuestionar, de carne sapiencial, aborto del sentir,
todo gira en torno del amor, relucir las escamas de pescado frito,
carrusel de estrellas de siempre, sobre corceles de televisor,
no se quien es ese poeta que ladra en los oídos.