Para el sur de América, y especialmente para el sur del país, hay un Drácula propio, un vampiro mayor de neta extracción patagónica. De origen, y constante presencia en el tiempo, el más famoso de estos «cueros»en los territorios mapuches es el Cuero del Lago. Se lo ubica en la Región de los Siete Lagos entre San Martín de los Andes y El Bolsón.
Abundan los «cueros»de ríos, lagos y lagunas en toda la Patagonia.
La esencia de esta entidad se relaciona en parte con las cuestiones vampíricas, pero mucho más con las eminentemente antropofágicas. Los mapuche afirman que se trata de un cuero - de caballo, vaca, guanaco o ternero - que tiene uñas como ganchos y un sinnúmero de ojos y que habita, enrollado, en el fondo del agua, simulando ser un tronco de árbol. Se dice que, al aparecer, se extiende, recupera su forma de cuero con ojos y uñas y flota sobre las aguas. También se recomienda la conveniencia de apartarse no sólo de su visión sino del lago o río o laguna donde aparece.
En caso de acercársele un ser humano o un animal, el Cuero lo succiona y lo sumerge. Según algunos, le extrae la sangre para fortalecerse y aumentar su tamaño; según otros: devora íntegramente a quien transgredió el aviso de retiro del lugar,
Luciano Huenufil (en Fernández, César: 1989), del paraje neuquino Aucapan, describió a este Cuero del Lago como «un cuero de vaca que levantaba el viento y que arrasaba con todo»y según él:
«El Cuero aparece en los pozones, en el lago o en una laguna. (...) Lo envuelve a uno y lo lleva abajo del agua. El que sabe como defenderse saca el cuchillo y lo ensarta. Lafquen Truque es en lengua.
Levanta como un ruido, como una tormenta de viento cuando pasa...»
Dardo recuerda sus temores de niño cuando iba de campamento con su familia a las orillas del lago Nahuel Huapi y escuchaba hablar del “Cuero vaca” que, con pezuñas y cuernos y patas de vaca, solía aparecer
sorpresivamente en el lago dispuesto a atrapar una víctima, en especial: chicos y mujeres...
Willy Hassler, de San Martín de los Andes, transmite lo aprendido de paisanos del lugar advirtiendo que si
«Alguna persona llega a pisarlo, siente la impresión de pisar sobre musgo y experimenta una sensación de mareo. Súbitamente, el Cuero comienza a levantar sus costados mostrando abundantes y afiladas uñas
o garfios, con los que aprisiona a su víctima y se retira con ella al fondo del lago»,
La siguiente «contada» confirma esta manera de operar y amplía la mirada acerca de las estrategias que utiliza, ya que el «Cuero» no sólo espera a sus potenciales víctimas desde las aguas sino que, más
agresivamente, ingresa en los territorios de ellas para devorarlas:
«Me la contó mi mamá. En la zona rural, una señora iba con su bebé a lavar un atado de ropa y al acercarse al río vio un cuero muy lindo, cuadradito, y decidió sentar en ese cuero a su bebé. Sentó a su bebé, se
agachó al río y se puso a lavar. Cuando levantó la cabeza para mirara su bebé vio que el cuero se iba moviendo y se iba envolviendo tapando a su bebé y se metió al río y nunca más lo volvió a ver y de allí está el cuero vivo».
Según Gregorio Alvarez, para eliminar el problema, bastaría con arrojar una rama espinosa al lugar donde se supone que él está, para que el Cuero se aferré a ella y así muera debido a la sangre que va perdiendo a causa de las heridas que le han provocado las espinas.
Aunque, antes de actuar agresivamente (tan propio de los humanos ante todo lo diferente), conviene observar su comportamiento hacia nosotros. La larga vida de la abuela de Luisa y Liliana confirma esta última
recomendación:
Norte de la Patagonia, hacia el oeste. Región del lago Aluminé. Zona de Pulmarí. La comunidad Catalán. La abuela de Luisa y Liliana vio aparecer al Cuero en su juventud pero éste se mostró y volvió a hundirse
sin molestarla. Al regresar, preocupada, a su casa y comentarlo, el abuelo le dijo que si el Cuero no la había dañado ni había intentado llevársela, era un buen presagio. El Cuero le estaba augurando una larga vida, le estaba anunciando que iba a poder crecer a sus hijos e irse, después, en paz.
La abuela de Luisa y Liliana tuvo esa larga vida. Vio crecer a sus nietos, Y murió calma, en paz.
Con diferentes menciones, las apariciones de esta entidad del imaginario popular se han registrado no sólo en el oeste de Río Negro y Neuquén sino, también, en otros lugares de la Argentina.
En el siglo XVIII, en el río Paraná, fue vista una entidad similar a la que el jesuita inglés Thomas Falkner registró como el Yaguarú o Tigre del agua, así llamado porque devoraba vacas y vivía en los remansos.
En el siglo XIX aparecen varias referencias.
Lucio V. Mansilla, en «Una excursión a los indios ranqueles», citó la Laguna del Cuero en su texto, aunque sin detenerse a dar las razones de ese nombre adjudicado a ese accidente hidrográfico ubicado cerca del ángulo recto que forma la provincia de Córdoba en el límite con San Luís y La Pampa.
El poeta Rafael Obligado, autor del «Santos Vega», escribió un poema a partir de estos datos. Lo llamó «El Yaguarón» y, en un momento, lo describe como «verdoso, enorme», con ojos «ni que eléctricos, sangrientos, de infame plétora rojos», con lomo «chato» y productor de «Un ronco bramar de fiera; sonidos que se dijera ser lamentos gemebundos; otras veces, iracundos desgarrones, golpes vivos de zarpazos convulsivos en socavones profundos».
En el Chubut, un guía tehuelche se negó a acompañar en la travesía del río Senguerr a Charles Chaworth Musters, quien lo cuenta en sus memorias «En familia con los patagones», por temor a un tigre del
agua que era como «un cuadrúpedo amarillo más grande que el puma».
No pueden soslayarse las posibles relaciones entre el Nahuelito que aparece hace más de una década, e incluso se deja fotografiar, en las aguas azules del Nahuel Huapi rionegrino, cuyas márgenes bordean
la turística ciudad de San Carlos de Bariloche. Este patagónico Nahuelito {tigre en mapudungún, lengua mapuche) que moviliza periódicamente el interés publico y se convierte en atractivo ingrediente para los medios masivos de comunicación de! país y del extranjero, se vincula directamente tanto con el
famoso escocés Monstruo del Lago Ness como con el brontosaurio que habría «descubierto» el bandolero estadounidense Martín Sheffield, en 1922, en el sur de la actual provincia del Chubut.
Las similitudes morfológicas del Nahuelito, suerte de dragón de las aguas, con ciertos animales prehistóricos no acallan las voces que se largan a rodar acerca de él. Estas voces son propias del Cuero y tienen relación directa más con la razón de ser de esta entidad que con sus señales físicas: alejar de las aguas a posibles depredadores de su fauna, apropiadores de un territorio ajeno, o profanadores conscientes o no, del carácter sagrado de esas aguas o de ese sector del río, el lago o la laguna donde el Cuero insiste en aparecer.
Fuente: Libro: La Patagonia tiene luces
Abundan los «cueros»de ríos, lagos y lagunas en toda la Patagonia.
La esencia de esta entidad se relaciona en parte con las cuestiones vampíricas, pero mucho más con las eminentemente antropofágicas. Los mapuche afirman que se trata de un cuero - de caballo, vaca, guanaco o ternero - que tiene uñas como ganchos y un sinnúmero de ojos y que habita, enrollado, en el fondo del agua, simulando ser un tronco de árbol. Se dice que, al aparecer, se extiende, recupera su forma de cuero con ojos y uñas y flota sobre las aguas. También se recomienda la conveniencia de apartarse no sólo de su visión sino del lago o río o laguna donde aparece.
En caso de acercársele un ser humano o un animal, el Cuero lo succiona y lo sumerge. Según algunos, le extrae la sangre para fortalecerse y aumentar su tamaño; según otros: devora íntegramente a quien transgredió el aviso de retiro del lugar,
Luciano Huenufil (en Fernández, César: 1989), del paraje neuquino Aucapan, describió a este Cuero del Lago como «un cuero de vaca que levantaba el viento y que arrasaba con todo»y según él:
«El Cuero aparece en los pozones, en el lago o en una laguna. (...) Lo envuelve a uno y lo lleva abajo del agua. El que sabe como defenderse saca el cuchillo y lo ensarta. Lafquen Truque es en lengua.
Levanta como un ruido, como una tormenta de viento cuando pasa...»
Dardo recuerda sus temores de niño cuando iba de campamento con su familia a las orillas del lago Nahuel Huapi y escuchaba hablar del “Cuero vaca” que, con pezuñas y cuernos y patas de vaca, solía aparecer
sorpresivamente en el lago dispuesto a atrapar una víctima, en especial: chicos y mujeres...
Willy Hassler, de San Martín de los Andes, transmite lo aprendido de paisanos del lugar advirtiendo que si
«Alguna persona llega a pisarlo, siente la impresión de pisar sobre musgo y experimenta una sensación de mareo. Súbitamente, el Cuero comienza a levantar sus costados mostrando abundantes y afiladas uñas
o garfios, con los que aprisiona a su víctima y se retira con ella al fondo del lago»,
La siguiente «contada» confirma esta manera de operar y amplía la mirada acerca de las estrategias que utiliza, ya que el «Cuero» no sólo espera a sus potenciales víctimas desde las aguas sino que, más
agresivamente, ingresa en los territorios de ellas para devorarlas:
«Me la contó mi mamá. En la zona rural, una señora iba con su bebé a lavar un atado de ropa y al acercarse al río vio un cuero muy lindo, cuadradito, y decidió sentar en ese cuero a su bebé. Sentó a su bebé, se
agachó al río y se puso a lavar. Cuando levantó la cabeza para mirara su bebé vio que el cuero se iba moviendo y se iba envolviendo tapando a su bebé y se metió al río y nunca más lo volvió a ver y de allí está el cuero vivo».
Según Gregorio Alvarez, para eliminar el problema, bastaría con arrojar una rama espinosa al lugar donde se supone que él está, para que el Cuero se aferré a ella y así muera debido a la sangre que va perdiendo a causa de las heridas que le han provocado las espinas.
Aunque, antes de actuar agresivamente (tan propio de los humanos ante todo lo diferente), conviene observar su comportamiento hacia nosotros. La larga vida de la abuela de Luisa y Liliana confirma esta última
recomendación:
Norte de la Patagonia, hacia el oeste. Región del lago Aluminé. Zona de Pulmarí. La comunidad Catalán. La abuela de Luisa y Liliana vio aparecer al Cuero en su juventud pero éste se mostró y volvió a hundirse
sin molestarla. Al regresar, preocupada, a su casa y comentarlo, el abuelo le dijo que si el Cuero no la había dañado ni había intentado llevársela, era un buen presagio. El Cuero le estaba augurando una larga vida, le estaba anunciando que iba a poder crecer a sus hijos e irse, después, en paz.
La abuela de Luisa y Liliana tuvo esa larga vida. Vio crecer a sus nietos, Y murió calma, en paz.
Con diferentes menciones, las apariciones de esta entidad del imaginario popular se han registrado no sólo en el oeste de Río Negro y Neuquén sino, también, en otros lugares de la Argentina.
En el siglo XVIII, en el río Paraná, fue vista una entidad similar a la que el jesuita inglés Thomas Falkner registró como el Yaguarú o Tigre del agua, así llamado porque devoraba vacas y vivía en los remansos.
En el siglo XIX aparecen varias referencias.
Lucio V. Mansilla, en «Una excursión a los indios ranqueles», citó la Laguna del Cuero en su texto, aunque sin detenerse a dar las razones de ese nombre adjudicado a ese accidente hidrográfico ubicado cerca del ángulo recto que forma la provincia de Córdoba en el límite con San Luís y La Pampa.
El poeta Rafael Obligado, autor del «Santos Vega», escribió un poema a partir de estos datos. Lo llamó «El Yaguarón» y, en un momento, lo describe como «verdoso, enorme», con ojos «ni que eléctricos, sangrientos, de infame plétora rojos», con lomo «chato» y productor de «Un ronco bramar de fiera; sonidos que se dijera ser lamentos gemebundos; otras veces, iracundos desgarrones, golpes vivos de zarpazos convulsivos en socavones profundos».
En el Chubut, un guía tehuelche se negó a acompañar en la travesía del río Senguerr a Charles Chaworth Musters, quien lo cuenta en sus memorias «En familia con los patagones», por temor a un tigre del
agua que era como «un cuadrúpedo amarillo más grande que el puma».
No pueden soslayarse las posibles relaciones entre el Nahuelito que aparece hace más de una década, e incluso se deja fotografiar, en las aguas azules del Nahuel Huapi rionegrino, cuyas márgenes bordean
la turística ciudad de San Carlos de Bariloche. Este patagónico Nahuelito {tigre en mapudungún, lengua mapuche) que moviliza periódicamente el interés publico y se convierte en atractivo ingrediente para los medios masivos de comunicación de! país y del extranjero, se vincula directamente tanto con el
famoso escocés Monstruo del Lago Ness como con el brontosaurio que habría «descubierto» el bandolero estadounidense Martín Sheffield, en 1922, en el sur de la actual provincia del Chubut.
Las similitudes morfológicas del Nahuelito, suerte de dragón de las aguas, con ciertos animales prehistóricos no acallan las voces que se largan a rodar acerca de él. Estas voces son propias del Cuero y tienen relación directa más con la razón de ser de esta entidad que con sus señales físicas: alejar de las aguas a posibles depredadores de su fauna, apropiadores de un territorio ajeno, o profanadores conscientes o no, del carácter sagrado de esas aguas o de ese sector del río, el lago o la laguna donde el Cuero insiste en aparecer.
Fuente: Libro: La Patagonia tiene luces