Un día de estos cuando le enseñaba a mi pequeño hijo de seis años a leer,
sentí por un momento que quería detener el tiempo,
dejar suspendido ese momento en la eternidad,
cuando el solo sin mi ayuda,
leía aquella oración que dice
“Amo a mi mamá” fue indescriptibles ese momento,
que atesoro acá en mi alma,
así como se atesora aquel momento
cuando nacen o dicen por primera vez mamá,
o cuando sale su primer dientecito,
al dar sus primeros pasos,
al igual que en esas ocasiones
se me escaparon las lagrimas
y el me pregunta ¿Por que lloras mamita?,
le respondí que de alegría,
pues era la primera vez que el leía
y lo hacia sin ayuda,
gracias le doy al cielo por darme un tesoro,
gracias le doy al cielo por darme a quien adoro…
sentí por un momento que quería detener el tiempo,
dejar suspendido ese momento en la eternidad,
cuando el solo sin mi ayuda,
leía aquella oración que dice
“Amo a mi mamá” fue indescriptibles ese momento,
que atesoro acá en mi alma,
así como se atesora aquel momento
cuando nacen o dicen por primera vez mamá,
o cuando sale su primer dientecito,
al dar sus primeros pasos,
al igual que en esas ocasiones
se me escaparon las lagrimas
y el me pregunta ¿Por que lloras mamita?,
le respondí que de alegría,
pues era la primera vez que el leía
y lo hacia sin ayuda,
gracias le doy al cielo por darme un tesoro,
gracias le doy al cielo por darme a quien adoro…
He aprendido que el verdadero amor y la verdadera amistad continuan creciendo a pesar de la distancia.
Mar Quintanar
Mar Quintanar